"Que hablen de mí, aunque sea bien"

martes, 5 de enero de 2010

Mi sancheski naranja



No recuerdo si tenía nueve o trece años. Si subieron en escalera o entraron por la chimenea.
Lo único que puedo asegurar con certeza es que era día 5 por la noche.
Y que los vi.

Uno canoso, uno castaño y uno negro. Con sus camellos y sus sacos bien cargados.
Mientras Baltasar dejaba los regalos, Gaspar me guiñó un ojo y se llevó el dedo índice a los labios rogándome silencio.
O quizás fue Melchor.
Es igual, el caso es que los ví.

A la mañana siguiente comprobé que no había sido un sueño.
La leche la dejaron para los camellos, del whisky no quedó ni rastro.
El agua, intacta.

Para mi hermana de quince años, un hula hop.
Por aquel entonces Nintendo sonaba a palabrota en chino.
Para mí un sancheski.

Un sancheski de aquellos naranjas antiguos.
Ni el Santa Cruz de Carlitos ni el Powell Peralta de Borjita.
Anguloso. Imperfecto. Escaleno.
El mejor regalo de mi vida, vaya.

Pasé toda la mañana quemando suela con el monopatín, rayando el parqué.
Estaba hecho un perfecto inútil pero no dejaba de darle grasa al regalo.
No cabía de emoción.

Al día siguiente, a la hora del recreo le conté a Carlitos mi mágica visión.
Sus carcajadas me descolocaron.

Como veía que insistía demasiado en mi historia, con mucha suficiencia y nada de tacto me explicó porqué era imposible. Al regresar del patio la profesora me preguntó porqué toda mi clase me llamaba mentiroso entre risas.
Ella también?

No podía ser. No era cierto lo que me estaban contando.
No tenían ni idea.
Y la cabalgata del día anterior? Y los pajes? Y todas las cartas?
Pero si salía hasta en los telediarios!!

Al llegar a casa, sin tiempo ni para quitarme la mochila, desesperado busqué auxilio en mi hermana. Ella siempre tenía la palabra perfecta.
Entre sus explicaciones y las de mis padres mi mundo se recompuso. Yo tenía razón.
Claro que Gaspar me guiñó el ojo!
Claro que los camellos se bebieron la leche!

Así que cada mañana, calentase el Lorenzo o lloviera horizontal agarraba mi sancheski y volaba hasta el colegio.
Me meaba yo en Carlitos, en su Santa Cruz y en sus gilipolleces.

Después de unas cuantas hostias, alguna que otra rodillera y mucho Betadine, volvió la Navidad al Corte Inglés.
Y a mi casa también.

A mí con el sancheski ya me bastaba, así que sólo pedí volver a ver a Gaspar. Para mi hermana pedí unos pendientes.
Y para Carlitos, carbón del duro.

El mínimo ruido me desveló. Los nervios apenas me dejaban empujar el picaporte de mi habitación. Me asomé pero estuve un buen rato sin atreverme a mirar.
Gaspar? Un camello bebiendo leche?

A través de la rendija de la puerta, mis padres colocaban un montón de paquetes al lado de los zapatos.
Uno de ellos era una bici.

Se bebieron la leche a oscuras.
Sin hacer ruido cerré la puerta y me tumbé en la cama.

“Tranquila. Creo que no nos ha oido”
Mi padre nunca ha sabido susurrar.

Me levanté ya sin nervios, pero con la misma ilusión que el día del sancheski.
La bici era preciosa.
El gilipollas de Carlitos se rió cuando le conté que les volví a ver.
Me dijo que a él sus padres le habían comprado una moto hacía quince días.

A él sus padres le compraban los regalos. A mí los míos me regalaban la ilusión.


Hace tantos años de aquello que ni recuerdo la última vez que cogí el sancheski.
A trabajar voy en coche y la bici sólo la utiliza mi padre para bajar a la huerta. Pero no os quepa duda que hoy sacaré lustre a mis zapatos, y en mi salón no faltará la leche para los camellos. Con un poco de suerte, también algo de whisky.
Aunque sólo si sobra de la noche anterior.

La vida se compone de etapas, y somos dueños de elegir cómo queremos vivirlas.
No permitas que nadie se apropie.
Sueña con 10, bebe con 15 y folla con 20.
Cásate con treinta y a los 35 ten un crío.
A los 40, cuando te aburras cómprate un perro.
Y para el jardín, un columpio a los 50.

O no.
O simplemente, mientras te dejen elegir, elige.

Yo me quedo con la ilusión.
Por eso, durante la noche estaré pendiente de cualquier ruido por si es Gaspar.
Me costará conciliar el sueño, y por una vez no tendrá la culpa la cerveza.
Según salga el sol me levantaré para abrir los regalos.
La carta con mis deseos la acabáis de leer.

1 comentario:

  1. Q bonito poder vivir d ilusiones!! lastima q a mi este año m han costao 200 euros las ilusiones!! Feliz dia de reyes para todos!!

    ResponderEliminar