"Que hablen de mí, aunque sea bien"

miércoles, 11 de agosto de 2010

Jugando a ser mayor

Llevaba un año preparándome para ese día.
Trescientos sesenta y cinco amaneceres con sus trescientas sesenta y cinco madrugones tratando de asumirlo.
Convenciéndome.

Como todo en ésta vida, el dos va detrás del uno.
Y Agosto no podía ser menos.
Y el uno pasó.Y el dos llegó.
La hoja del calendario cayó, y con ella el peso de la madurez sobre mi lomo.
Una losa de reposo y templanza que pesaba como un demonio.
Exactamente treinta kilos. Uno por cada año que cumplía.

Me desperté esa mañana y me palpé la cabeza.
Primer trauma eliminado: Mi pelo seguía ahí.
Bajé la mano y eliminé mi segundo trauma:
Como cada mañana, la “tienda de campaña” seguía ahí.

Todo en su sitio..

De espaldas en la cama, aún desperezándome escuché voces en mi casa.
Para cuando quise reaccionar tenía a un montón de amigos abalanzados sodomizándome, vendándome, disfrazándome.
Violando mi recién estrenada madurez.

..........¡!Sorpresa!!!......

Gracias a Dios que ese día no dormí en pelotas.
Por lo del segundo trauma, vaya.

La fiesta duró lo que dura la paz en las pelis de vaqueros: Hasta que muere el primero.
Tebar hizo los honores y se inmoló.
Antes de entregar la cuchara dejó un recuerdo en la tapicería del coche.
Mientras lo llevaban al hospital sacó fuerzas y saludó para despedirse.
Siempre ha sido un tío educado.
De los de clavel en la solapa, como le gusta decir.

A todos los que vinisteis gracias.A los que quisisteis y no pudisteis, gracias.
A todos los que me felicitasteis, gracias por hacerlo.
A todos los que no me felicitasteis, gracias por no hacerlo.
Por alguna extraña razón esta vez me hizo especial ilusión.

Me hicisteis disfrutar de lo lindo.
Más que un maricón en una tienda de extintores.
Y desde aquí agradeceros de corazón el detallazo.
Me encontraba feliz y afortunado de que hayáis coincidido en mi vida.
Me encontraba más joven que nunca.
Me encontraba mamadísimo.

Ya de noche, de vuelta a casa empecé a pensar que tal vez los treinta no eran tan aburridos como dicen.
No me habían regalado un dominó, ni había jugado a petanca en todo el día.
Con mis amigos prefería tomarme una caña antes que una manzanilla y seguía prefiriendo el hip hop de discoteca al pasodoble de la verbena.
Ni siquiera sabría cantar una del Dúo Dinámico.

Definitivamente no. No era para tanto esto de los treinta.

A escasos metros de mi casa, un balón se escapó del colegio que delimita la calle.
Al otro lado de la verja, un niño me suplicó con toda la educación que supo:

- “Por favor, me pasa la pelota……..SEÑOR???”

Tu puta madre, mocoso.

Con lo bien que iba todo..
Giré todo lo rápido que la cerveza me permitió y traté de volear la pelota lejos.
No acerté a darle, así que la dejé allí.
Botando justo al ladito de mi orgullo y mi juventud.

El niño se quedó con la boca abierta. Cuando llegue a los treinta lo entenderá

Pero qué coño, yo también he sido niño y he pedido las cosas educadamente.
He tratado de ser feliz en todo momento, he aprendido a disfrutar de lo que me rodea, a valorar lo que realmente merece la pena en la vida.
Al menos en la mía.
Y así pienso seguir haciendo de aquí en adelante.

Si hago inventario de estas treinta primaveras las cuentas cuadran.
Treinta años.
Diez mil novecientas cincuenta oportunidades de ser feliz.

Quizás haya sustituido la curiosidad por la razón.
La ambición por la felicidad.
El zumo por la cerveza.

Ahora quizás llore con menos frecuencia. Pero con más motivos.
Lo fundamental es que nunca he dejado de ser fiel a mi mismo.

Aunque por encima de todo, lo que más he hecho ha sido cometer errores.
Un montón.
La he cagado a cada momento, he metido la pata millones de veces.
Las he preparado gordísimas.
Sin embargo no me arrepiento de ninguna.

Si volviese a nacer volvería a cometer los mismos errores.
Todos y cada uno de ellos.
No cambiaría un solo segundo de mi pasado.
Volvería a tropezar en las mismas piedras que me tiraron una vez.
Recibiría las mismas hostias que en su momento merecí.

Me demostraría las veces que hiciera falta lo gilipollas que en su momento fui.
Con una sola diferencia.

Que trataría de cometer esos errores más temprano.
Mucho más temprano.

Trataría de caer en los mismos fallos cuanto antes para escarmentar de ellos tan pronto los cometiera.
Para tener más tiempo por delante para corregirlos
Para aprender de ellos antes.

De modo que espero seguir cumpliendo muchos más.
Para seguir disfrutando como hasta ahora.
Para seguir aprendiendo.
Para seguir cagándola.
Para seguir cometiendo errores.

Que vosotros lo leais.
Muchas gracias.