"Que hablen de mí, aunque sea bien"

martes, 19 de enero de 2010

La cama wifi


Si en la primera cita con una tía le acompañas a casa eres un caballero.
De los de margarita en el ojal; de los que ya no quedan que diría mi amigo Toni.
Si le acompañas a casa y encima te acuestas con ella, de dandy no tienes un pelo. Sabías lo que buscabas, golfo. Eres un campeón.
Pero ojito, si le acompañas, te acuestas con ella y te quedas a dormir, ni dandy, ni campeón, ni golfo. Eres un calzonazos.
Con todas sus letras, calzonazos.

Si crees que lo del coche mal aparcado está muy trillado ya, si no tienes pinta de panadero que tenga que ir a currar de madrugada, siempre te quedará decir que eres sonámbulo.
Eso acojona. No falla.
O que te da miedo la oscuridad, o que estás con la condicional y has de dormir en el talego. Como si quieres decir que te conviertes en Cenicienta y tu coche en calabaza, cualquier chorrada vale antes que quedarte a sobar.

Dormir con un rollo es pecado pero tiene penitencia. Con borrar su número es suficiente.
Sin embargo pasar de los homenajes en el asiento de atrás a dormir con una pareja es cruzar una línea de no retorno.

Compartir lecho es antinatural, eso está comprobado. Me he tragado toda la serie de Félix Rodríguez de Lafuente, y no me pierdo un capítulo del National Geographic.
Mi favorito es el del perro gorilero.
Es más, incluso en sexto de primaria me llevaron al Parque de Cabárceno con el colegio.
Pues bien, en ningún momento he visto yo a un oso dormir con una osa, ni a un ñu con una ñu, ni a mamá pato ronearse con papá pato.
Hagámosles caso que de esto los animales saben un rato. Para eso se tiran hibernando la mitad del año.

Un buen amigo me ha contado que las primeras veces que duermes con alguien todo es especial. Tu rollete se apoya sobre su costado y tú detrás.
La cucharita.
Apagas la luz y la rodeas con tus brazos. Su pijama es de raso.
La cama se os antoja enorme de tanto abrazaros y el tacto de su piel te provoca escalofríos. El mundo parece detenerse más allá de la ventana.
Su cabello es suave, como de seda albanesa.
Mientras le susurras a la nuca lo mucho que le quieres respiras su aroma. Su pelo, su piel, toda ella huele a vainilla y camomila, a vino envejecido en barrica.
El más mínimo roce acaba en polvo.

Un minuto y medio de amor después, mejor dicho, un minutazo y medio de amor después, mientras recuperas el aliento, con tus dedos dibujas sonetos en su espalda.
El sueño os vence y os entregáis a los caprichos de Morfeo. Un sobresalto te despierta en mitad de la noche. La contemplas embelesado mientras duerme y disfrutas escuchándole respirar. La mañana os sorprende indiscreta con su cabeza sobre tu pecho. Se siente protegida.

-“Buenos días, cuqui”

-“Buenos días, amapola mía”

Un par de besitos con los ojos cerrados y otra vez al lío. Dos minutazos esta vez, estás hecho un toro!

Mi amigo está irreconocible.

Uno de los motivos por los que no se debe dormir con rollos y follamigos es el lugar del delito. Su propio nombre lo indica. Cama de Matrimonio.
Si le llaman así por algo será. Ma-tri-mo-nio. Com-pro-mi-so. A-ma-po-la. Cualquier explicación está de más. Si la llamasen “cama de rollete de viernes noche que-si-te-he-visto-no-me-acuerdo”, la cosa cambiaría.
Pero no es el caso, eso aún está por inventar. Si un día la sacan al mercado, digo yo que debería ser algo así como un colchón con ruedas dividido en dos mitades, que por vía satélite, bluetooth o internet esté conectado a la programación de la tele.
Una cama wifi, vaya.

De manera que cuando den un partido de fútbol, una peli de Stallone, Gran Hermano o Sálvame, automáticamente separe ambas mitades. Que sólo se junte a petición expresa de los dos, y nunca dure más de cinco minutos unido.
Mejor dicho, cinco minutazos.
Y cinco tirando por lo alto por si un día te sientes flamenco.
En cuanto acabe de escribir me bajo a patentarlo.
Cama wifi; suena bien.

Según mi amigo, a medida que se va consolidando la relación, una vez pasada la fase de comer con los suegros, su pijama de raso se sustituye por una camiseta gigante de propaganda.
“Maquinaria Alberto. La solución para su huerto”
De esas gastadas por el tiempo que les llegan por los muslos.
Con la cara de naranjito o de Cobi. Pero siempre de propaganda.
La mascarilla antiarrugas y una rodaja de pepino en cada ojo no dejan lugar a la imaginación. El morbo ha debido guardarlo con el pijama de raso.
En el cajón.
Apagas la luz que mañana hay que madrugar, pero a la niña le apetece leer. Se ve que el especial sobre Cayetano del Diez Minutos es más importante. Culta que ha salido ella, oiga.
Una vez satisfecho su afán por la lectura, os entregáis al amor casi por casualidad.
Comunión semanal.
Un minutazo y cincuenta y nueve segundos después, con la satisfacción del deber cumplido, te das media vuelta con ganas de descansar.
Pasas de camomila, de vainilla y de vino envejecido.
Entonces ella reclama su cuota:

“Hazme mimos”

Su pelo huele a tabaco y los sonetos ya ni riman. La seda ni albanesa ni de Móstoles. Ni siquiera seda.
Eso sí, sigues sintiendo escalofríos, pero esta vez por su manía de tirar del edredón.
Salvas los muebles acariciando mecánicamente su espalda. No respira, ronca.
Tras una noche de pelea por la funda nórdica, llega la hora de despertarse.

- “ Levántate, anda”

Ya no quedan amapolas para mi amigo.

Así que esto va para vosotros. Amigos de sangre, compartidores de piso con colegas, estrenadores de picaderos. En definitiva, emancipados todos y emancipadas todas.
Si no os gusta llamar “amapola” a vuestra pareja o si tenéis alergia a la camomila. Si no sois de “hacer mimos”, os la pela el “Qué me Dices” y vuestro record es de minuto y cincuenta y nueve (de minutazo y cincuenta y nueve, qué coño) lo tenéis jodido.
Mientras no inventen la cama wifi, si aún estáis a tiempo no bajéis la guardia.
Mi amigo me ha contado que la decadencia es progresiva. Que el día menos pensado ni vainilla, ni camomila, ni pepino en los ojos.
Ni arrumacos, ni pelea por el nórdico.
Así que yo de vosotros, si ya habéis cruzado la “línea de no retorno”, me iría buscando en el IKEA el sofá más cómodo que tengan, que la vida en pareja es larga.Y las noches más.
Tomadlo como un consejo.
Como un consejo de amigo

4 comentarios:

  1. Para todos aquellos que juraron que nunca lo harían

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  2. No seria mal invento este de la cama wifi! Gracias por acordarte de nosotras y recordarnos lo desgraciada que es nuestra vida sin una cama de esas!! Besos para tu amigo!

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  3. Siempre has sido un rockstar particular. Los martes y en petit comité. Un intimista de Bodegueta, de cante a capella y autográfos dedicados. Solo. Con guitarra española en mano y coñac en el taburete construyendo joyas serigrafiadas que destapan tus mejores acordes. Poco público para tanto cante. Pero quizá ésa es la esencia. Sin playback ni amplificadores. Sin millones de mecheros iluminando la nada pero con la majestuosidad suficiente como para que hoy quiera decirte, que siempre que tú digas "bombo", yo diré "clap".

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  4. Me quito el sombrero.... Espectacular Lucas. Y la Lucía esta no se queda atrás "bomboclap"

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