"Que hablen de mí, aunque sea bien"

martes, 12 de enero de 2010

Prêt-à-porter de mercadillo


El paro sube, el IPC sale negativo y las bolsas se desploman.
Cada vez que me encuentro a la Puri del entresuelo, me pega la barrila con lo mismo:
“Ay, joven! Con las pesetas esto no pasaba”

El precio del barril Brent se dispara y el índice Nikei se desploma. Los sueldos se contraen y CR9 se lesiona.
Belén Esteban da las campanadas en plan estrella mediática desde la puerta del Sol.
Está claro que algo va mal en este país.

Las manifestaciones se suceden y las amas de casa lloran sus miserias en cualquier programa de sobremesa. No hay Dios que te invite a un café porque “la cosa está mu achuchá”.
Ana Rosa abre el programa cada mañana desde un hogar donde ocho mellizos huerfanitos lloran desconsoladamente de hambre.
Arturo y su delfín son expulsados de Gran Hermano.
Ya es oficial, estamos en crisis.

Pues bien, me podéis decir misa.
Mucha crisis y mucho hambre, pero el Sábado salí a comprarme unas zapatillas y allí me las encontré a todas.
A la Puri con sus pesetas, a la madre de los ocho mellizos huérfanitos, a Ana Rosa y a la vendedora de los barriles Brent esos.
Todas, todas. No faltaba ninguna.
Bueno, una sí. Belén Esteban, que estaría en algún Sálvame.

Pero,¿entonces? ¿A qué se debía tanta histeria?¿Qué había sido de la crisis? ¿Regalaban billetes con la mortadela de olivas? ¿Acaso el Ministerio le había hecho caso a Puri y a sus pesetas?
El cártel de 10 metros a la entrada del centro comercial me dio la explicación:
“Hoy, Rebajas”

A menudo sin faltar a la verdad, a los hombres nos tachan de primitivos, básicos, garrulos y previsibles.
Pero tratándose de rebajas, amigo, el catetismo no entiende de sexo.
En cuanto las mujeres ven la palabra “descuento” a través de una cristalera se impone la teoría del caos.
Se abre la veda y se desatan las más bajas pasiones. Bujarrón el último.
O mejor, tortillera la última.

Las rebajas son para las mujeres lo que el mundial de fútbol para los hombres. El evento del siglo, un acontecimiento incomprensible para el sexo opuesto, que llevan demasiado tiempo esperando y se termina en mes y medio.

Las tiendas se llenan de mujeres revolviendo montones de ropa, y de acompañantes sujetando chaquetones mirando “destrangis” los culos de las dependientas. Las prendas se acumulan en el suelo formando montañas multicolor como si acabara de pasar el ejército de Pancho Villa.
El Bershka parece el Sonar.
De puertas adentro, todo vale. La ley del más fuerte se impone y aquello se convierte en una batalla campal.
Las más jóvenes se esconden prendas entre las tetas. Dos ancianas se juegan su dentadura en un duelo a muerte mientras agarran un jersey, una de cada manga.
Si al menos las embadurnaran en barro…

En estas circunstancias las paradojas son infinitas. A saber:
En casa un día esporádico se te cae por descuido un calcetín y arde Troya.
Defcon Uno.Sodoma y Gomera, que diría aquel.
El éspiritu de la Pasionaria sale a relucir. Bibiana Aido, Karmele Marchante y cien años de feminismo se te echan encima sobre tu calcetín y tú:

-“¿Te piensas que soy una chacha? Que vas dejándolo todo tirado!!”

Sin embargo, en rebajas tu chica se arrodilla sin remilgos frente a un montón de ropa tirado sobre el suelo; lo revuelve, mete la mano hasta el fondo y coge dos o tres prendas aparentemente al azar. Te las cuelga sobre el brazo sin decir ni “Ahí te pudras” y se lanza de cabeza al siguiente montón.

Mientras tú te preguntas cómo coño se pondrá eso tan raro que ha cogido vais al probador.
Y antes de entrar, sin motivo aparente te coge dos o tres trapos de los que llevas colgado y los suelta por ahí, al buen tun tun.
Ya no le gustan.
¿Qué proceso mental le ha llevado a decidir eso? Un día Iker Jiménez le dedicará un programa a este fenómeno.

En el probador ya es el descojono. Ella se mete y se va probando cosas. Se mira al espejo una, dos ..hasta diez veces de perfil, cadera, de culo…Divina.
Entretanto tú haces lo propio con las dos chavalitas que doblan ropa a la entrada. Aprovechando que nadie te ve las miras una, dos…hasta diez veces de perfil, de cadera…De repente, desde el otro lado de la puerta..

- “ ¿Cuál me queda mejor, cariño?”

Te acaban de pillar en fuera de juego y has de reaccionar rápido. No sirve cualquier respuesta.
Existe una tendencia natural a soltar chorradas del estilo
“me da igual”
“los dos te van bien”
“tu siempre estás guapa”

Gran cagada, chavales. Sospecharán de tu indiferencia a la primera.

Aunque no sepas siquiera si se está probando un tanga-faja o un jersey de cuello vuelto,siempre ( y cuando digo siempre es siempre) has de decir con el morro torcido:

- “Mmm, no sé no sé…el otro me gustaba más”

Eso denota atención, entusiasmo. Iniciativa personal al fin y al cabo.
Ellas en realidad no están buscando que les des una opinión porque saben que no tienes criterio alguno.
Huelga decir que alguien que comprende entre sus prendas favoritas el chándal del equipo nunca podrá opinar de moda. Sólo te quieren de público.

- “Cógeme una talla más de este, cari”


Ni loco. Ni se te ocurra meterte ahí. Date una vuelta sin que te vea y dile que no quedan.
Del mismo modo que una tía no puede opinar sobre un fuera de juego dudoso en una tasca de pacharán y farias, un tío jamás podrá meter mano en una pila de ropa en plena temporada de rebajas sin salir lastimado.
Ley de vida.

- “¿Me hace culo?”

Ahórrate el comentario. Guarda la sinceridad para otro día y piensa en Casillas. En Iniesta, en Villa y en la final del Mundial que no quieres que tu novia te boicotee si tú la cagas hoy.
Sonríe y punto. Ya digo que tu opinión es irrelevante.


- “¿Quieres que nos vayamos?”

La pregunta del millón. Has de mantenerte firme pero conciliador.
Estás deseando porque en apenas una hora juega tu equipo un partidazo en Canal Plus. Sabes que es una pregunta trampa, porque en el mejor de los casos irse implica marcharse a la tienda de al lado a empezar de cero. En cualquier otro caso os quedaréis, y encima de morros.
Lo último que quieres es que ella te reviente el partido en casa, así que dile que se tome el tiempo preciso, pero que no olvide que el coche está en zona azul.

Un buen rato después, cuatro tiendas más adelante y cargado de bolsas hasta arriba miro la hora.
Ya debe haber empezado el partido.
Paciencia.

De camino a casa, con el maletero a reventar enciendes la radio del coche. Como quien no quiere la cosa quito su CD de Bisbal y pongo el Carrusell en la Ser.
Cero cero.

“Gooool en La Condominaaa!!!”
“Pepe..un purito!!!”


Ella debe estar contenta porque ni rechista con la elección. Se le ve abstraida; satisfecha.
Suele pasarle a menudo cuando saco mi Visa a pasear, qué cojones.

Según entro por la puerta enciendo la tele. Al menos aún me da tiempo a ver la segunda parte.
Ella respeta mi momento y se vuelve a probar las mil ropas esta vez frente al espejo de casa.

Una, dos, ..diez veces. De perfil, de cadera, de culo.

Justo cuando el árbitro pita un penalti se me pone enfrente con cara de árbitro noruego, justo entre la tele y yo.

-“ Me dijiste que no me hacía culo!!!”

Me ladeo sobre el sofá para intentar ver bien el penalti.

-“No me estás mirando!!”

Me apaga la tele y posa refunfuñando.
Tiene pelotas la cosa. Ahora va a ser mía la culpa de que se compre ropa de quinceañera.
Mi paciencia tiene un límite. Mi ironía no:

“Es normal, llevas comprándote la misma talla desde las Olimpiadas, nena”

Ni penalti, ni prórroga, ni Casillas ni hostias. En un minuto el salón de casa se ha convertido en la pasarela Cibeles, y uno tras otro me trago el pase de modelos con todos los espantajos que se ha comprado. Me vuelvo a acordar de Casillas, Villa ,Iniesta y hasta de la madre de Del Bosque.
Respiro hondo. Todo sea por el Mundial.
Incomprensiblemente lo que en el probador “le iba divino” ahora o bien “le sobra de aquí” o bien“le estira de allá”.
Otro tema a investigar para los amigos de la nave del misterio.
Le intento explicar que un penalti para mí es como un 50% de descuento para ella. Algo irrepetible que no puedes perderte.
Ni por esas.


Al final mi equipo metió el penalti. Lo leí en el teletexto cuando deprimida por su fracaso le dió por el chocolate y me dejó por fin en paz.
Mañana me tocará volver con ella a descambiar todo. A ver si al menos las dependientas son distintas que a las de hoy las tengo ya muy vistas.

Le he intentado convencer de que no hace falta que vaya yo, que no soy objetivo y no entiendo un pijo de moda. Que mi madre aún me compra los gallumbos en el mercadillo y que no distingo un fular de una pasmina. Pero su respuesta ha sido concisa:

“No me vengas con cuentos. Yo prefiero los descuentos”

1 comentario:

  1. Esto es un secreto, pro que sepas q no vamos todo el año al gim para perder peso, nos preparams para este dia, para que no m qiten ese jersey de cuello alto, color salmón, q es l ultimo d mi talla!!! jajajaj!!

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