"Que hablen de mí, aunque sea bien"

miércoles, 10 de febrero de 2010

Realidad virtual


En el barrio donde crecí, en la época en que no existía Internet y los yogures no eran de sabores, no nos hacía falta el móvil para quedar.
Según veníamos del cole dejábamos la mochila en cualquier rincón de casa y bajábamos a la calle. Si eras el primero te hacías la ronda de timbres y en un tris se juntaba toda la muchachada en el parque.

Pasábamos las horas construyendo inexpugnables casetas, asaltando trincheras enemigas.
Cada tarde se jugaba una final del Mundial de fútbol.
Y cuando no había balón, se combatía el mal siendo polis o cacos.
Una pelota en la derecha y en la izquierda el bocata de Nocilla.
Con su papel albal.
Súmale unos cuantos amigos del barrio y ya teníamos el plan perfecto.
Un par de jerseys bastaban para forjar la portería más firme.
Y para la caseta, cualquier madera de obra valía como refugio.

Si nos aburríamos, robábamos chicles en la panadería.

No recuerdo tener un solo pantalón vaquero entero. Los remiendos y las rodilleras eran parte fundamental de nuestra imagen, y motivo de orgullo ante nuestra clase.
Heridas de guerra, muescas en la culata.

Las finales de la Copa del Mundo no tenían árbitro. Se terminaban cuando alguna de nuestras madres nos llamaba a cenar desde el balcón.
No valía trallonazo.
Penalti contra gol, siempre era gol.

Sólo cuando el eco de alguna madre retumbaba en la plazuela, los cacos desvelaban sus escondites y los polis se retiraban.
Nos chocábamos la mano y tan amigos.
Hasta el día siguiente. Hasta la próxima final de Mundial. Hasta la próxima emboscada.
Eran días en blanco y negro.

Con el tiempo, la evolución ha dejado paso a la ciencia.
Los bancos del parque ya no son porterías, son bancos para sentarse.
Las farolas son farolas.

En plena era de la comunicación, el hombre se convierte en un animal social.
El mundo es un tablero global y el móvil se convierte en aparato imprescindible para no quedar fuera de juego.
Quien se siente solo es porque quiere.

En tu agenda del Nokia tienes doscientos contactos, todos con su foto y con su e-mail.
Ciento noventa y ocho no utilizas apenas y el otro es el del buzón de voz, porque nunca te va bien contestar.
Y el que falta? El que falta es el número de tu móvil del trabajo.
Claro, con un solo teléfono no es suficiente.


A pesar de tus doscientos contactos llegas a casa y no llamas a nadie. Tampoco tienes nada especial que decir.
Igualmente nadie te llama, aunque tampoco lo esperas y casi lo prefieres.
Ya lo dice el anuncio. Nokia, connecting people.
Enciendes tu Playstation y te dispones a jugar online al último videojuego de fútbol.
Fútbol online. Lo ultimo en entretenimiento e interacción.
The World is watching!!

Aquí también se suelen jugar finales de la Copa del Mundo cada tarde. Sólo que las porterías no se hacen con jerséis; éstas son “de verdad”.
Esto sí que es fútbol, y no las pachangas de mi barrio.

En tu correo personal ves seis mensajes nuevos.
La típica cadena que si rompes te pasará una desgracia, el niño con cuatro orejas que pide un céntimo para su operación, el duende de la suerte…más de lo mismo.
La última es de un viejo amigo que se marchó a estudiar fuera. Dice que te echa de menos.
La abres esperando ver alguna foto, pero cuando compruebas que sólo es texto y añoranza lo borras.
Siempre fue un poco moñas el tío.

Ante tal panorama pruebas un Chat, e inmediatamente las conversaciones comienzan a echar humo. Eres un tío tan sociable que según te conectas tienes cuatro o cinco ventanas abiertas.
Y que luego digan que no te gusta leer!!
Gatita69 te envía un privado proponiendo guarradas.
Qué digo sociable. Eres la hostia.

Entre colegas en el Messenger y privados del Chat, eres capaz de mantener sin perder el hilo cuatro o cinco conversaciones a la vez.
Mientras descargas ilegalmente la última de Tarantino, Gatita69 insiste en lo de las guarradas.
Seguro que está tremenda.

Con todo y con eso, tu grado de sociabilidad es superlativo y el Chat se te antoja poco ante tu necesidad de información, así que te lanzas de cabeza al facebook.

Chipicientos amigos más dispuestos a saber de ti.
A saber “Qué estás pensando”
Te plantas frente al espejo y te tiras un par de fotos posando desafiante.
Una mezcla entre seductor y canalla.
Mordiendo carrillo.
Las cuelgas y escribes algún comentario cachondo.
Incluyes un “Me gusta” para realzar.

Si te aburres ya no robas chicles, abres galletitas de la fortuna.

Mientras etiquetas a un colega en otro álbum encuentras un grupo gracioso.
“Noches sin freno, mañanas con ibuprofeno”
Te haces seguidor

En una de éstas a tu madre le da por enchufar a la vez la plancha, la lavadora y la vitrocerámica
Los plomos se funden y se va la luz.
Miras a tu alrededor pero allí no hay nadie.
Ni el colombiano, ni los del Messenger, ni tus chipicientos amigos del Facebook.
Gatita69 ya debe de estar roneándose con otro lobo.
De la galletita de la fortuna no quedan ni las migas.
El zumbido del monitor apagándose es el último recuerdo de todos tus miles de amigos.

Y entonces el silencio te da una hostia de cinco megas.
Nada de realidad virtual; realidad pura y dura.

Te das cuenta de que estás solo.
Completamente solo.

2 comentarios:

  1. Qué bien bailan las palabras contigo.. un, dos, tres, cha cha cha.

    Aplauso febril, artista.

    ResponderEliminar
  2. MEMORANDUM: No enviarte correos sin fotos cuando este lejos d aqi!!

    ResponderEliminar